Esta mañana el protagonismo se centra en Japón, donde el Banco Central ha publicado las actas de su última reunión y donde hemos conocido la balanza por cuenta corriente de 2016, con diciembre como segundo mejor mes del año. Temen, Gobierno y Banco Central, la política de Donald Trump en Estados Unidos.

Apenas dos días antes de que Shinzo Abe, premier nipón, se reúna con Donald Trump, el Banco Central de Japón hace notar en las actas de su última reunión la precoupación que le producen las políticas del magnate estadounidense. Los gobernadores del Banco Central ven mejoras en la economía japonesa, pero mantienen la incertidumbre acerca de lo que pueda ocurrir con la inflación, que todavía costará remontar, y sobre todo ante los futuros movimientos geopolíticos de Estados Unidos.

Respecto a la balanza por cuenta corriente, cerró 2016 con un superávit superior a los 183.000 millones de dólares, de los que 59.950 millones de dólares los consigue precisamente en Estados Unidos. Eso es también parte de lo que preocupa ahora al gobierno nipón. No quiere que sus empresas exportadoras se vean dañadas, y negociará para que así sea. Donald Trump parece que va con buena actitud, tras asegurar que quiere que Shinzo Abe sea su compañero de golf.

Todavía en Japón, aunque en clave empresarial, Sharp ha conseguido el visto bueno para construir una planta en Estados Unidos antes del 30 de junio. Planta valorada en 7.000 millones de dólares. Shinzo Abe, el primer ministro japonés, se ha metido por medio y asegura que Sharp creará 700.000 puestos de trabajo en el país norteamericano. Un claro guiño para su compañero de golf.

También de relaciones diplómaticas trata hoy la crónica en China. Han invitado a Theresa May, la primera ministra británica, a que visite el país en la primera semana de mayo. (Algún diario hace la broma entre el mes y el apellido de la señora May, por cierto). La invitación busca fomentar la inversión entre ambos países, y los británicos podrían posicionarse como líderes extranjeros en infraestructuras en China, que quiere potenciar un proyecto llamado “un cinturón, un camino”. Proyecto de gasto en infraestructuras en el que el pasado año se depositaron 40.000 millones de dólares y en el que el presupuesto que se maneja para los próximos años ronda los 50 billones.