El banco central de la exrepública soviética de Kirguistán persigue un objetivo: que cada uno de los 6 millones de ciudadanos del país tenga al menos 100 gramos de oro físico.

El oro es el bien que más se exporta en Kirguistán. Y si se cumpliese el propósito de su banco central, la población tendría 600 toneladas de oro en su poder, es decir, el equivalente a 30 veces la producción anual de este mineral del país, que ronda las 20 toneladas anuales.



El banco central de Kirguistán, al igual que muchos otros bancos centrales de otros países, ha decidido en los últimos años incrementar sus reservas de oro. En concreto, sus reservas en divisas acumulan un total de 2.000 millones de dólares. Y de ese total, alrededor del 10% son reservas de oro. En el último trimestre de 2016, las reservas nacionales de este metal precioso alcanzaron las 4’5 toneladas.

Pero Kirguistán no es el único país preocupado en este aspecto. Ya el Bundesbank de Alemania anunció que pretende llevar de vuelta a casa sus reservas de oro para finales de este año. Alemania posee 3.378 toneladas de oro y parte de esas reservas están repartidas en Nueva York, París y Londres. Marion Mueller, editora de Oro y Finanzas, señala la necesidad de que los países tengan reservas de oro en relación a todo el dinero puesto en circulación.

Sin embargo, una de las principales esperanzas del banco central de Kirguistán es que la población aprenda a diversificar sus ahorros en activos más líquidos y, sobre todo, que aprendan a mantener su poder adquisitivo, puesto que en las áreas rurales el activo preferido de los ahorradores e inversores es el ganado.

Y es que el oro sigue siendo para muchos el gran activo, la inversión de referencia. En momentos de incertidumbre, el oro físico da más seguridad. Lo que lo hace tan atractivo son sus características: aguanta bien el paso del tiempo, no se oxida, no cambia de color y, por tanto, lo podemos guardar durante más de 30 años sin que pierda sus cualidades. Su principal ventaja: la inmediatez y la liquidez.

El oro, en el punto de mira de los bancos centrales y activo refugio por excelencia en un mundo no respaldado por este metal precioso.