El economista Roberto Campos Neto tomará las riendas del banco central de Brasil. Lo ha nombrado, nada más y nada menos, que el presidente electo Jair Bolsonaro.

Un hombre de mercados que entiende cómo funciona la economía. Así describen a Campos Neto quienes conocen su trayectoria. A sus 49 años, ha pasado la mayor parte de los últimos 20 años en la unidad brasileña de Santander. El mercado no se ha llevado ninguna gran sorpresa, puesto que su nombre ya se barajaba como posible principal candidato para asumir el control del banco central.

Llama la atención que ha sido elegido por el Presidente del Gobierno, el electo Jair Bolsonaro, y no por el comité del propio banco central. Claramente Bolsonaro quiere cambiar el rumbo de la política monetaria y busca un equipo ministerial que de alguna forma vaya en su misma línea liberal. Lo vemos en el ejemplo de Paulo Guedes, responsable económico del Gobierno de Bolsonaro, que había estado en el gobierno de Dilma Roussef y se fue por desavenencias ideológicas.

Campos Neto llega en un momento en el que la economía brasileña vive en un contexto de débil crecimiento y baja inflación con tipos de interés en mínimos históricos del 6’5%. A los tipos brasileños se los conoce también como tasa SELIC. La inflación está en el 4’5%, cerca de la mitad del rango objetivo del banco central de entre el 2’5% y el 6’5%. Pronóstico: la economía de Brasil crecerá aproximadamente un 1’4% este año.

Aunque la elección de Jair Bolsonaro refuerza el argumento de mantener los tipos de interés en el estado actual, se espera un ajuste gradual de tipos el próximo año. Es muy posible que el nuevo presidente del banco central de Brasil suba los tipos dos puntos porcentuales hasta el 8’5% en su primera reunión de febrero como una forma de establecer credenciales ortodoxas.

Brasil es un cúmulo de retos económicos: tiene un déficit público disparatado, una deuda pública cercana al 80%, un descontrol absoluto de las finanzas públicas. Uno de los frentes del gobierno de Bolsonaro es establecer cambios en el sistema de pensiones brasileño. Brasil es un país emergente con un estado de bienestar propio de un país escandinavo.

Su caballo de batalla será elevar la edad de jubilación pero también debe liberalizar la economía brasileña. Hasta ahora el país ha mantenido un proteccionismo donde la inflación ha campado a sus anchas debido a la falta de competitividad exterior.

Probablemente Bolsonaro lleve a cabo una política muy básica de hacer un ajuste muy duro a principio de mandato presidencial. Uno de los retos de Campos Neto al frente del banco central será asegurarse de que la inflación se mantiene controlada.

Neto coge la batuta de Goldfajn, presidente del banco central desde el año 2016. Él fue quien redujo los tipos de interés del 14’25% al 6’5%. Su continuidad al frente del banco estaba en duda desde que Bolsonaro ganó las elecciones. El presidente electo ahora se centra en rodearse de economistas que sigan su misma línea liberal de recortar gastos, privatizar empresas estatales y simplificar la estructura tributaria.

Aun así, el mercado cree que es poco probable que Campos marque un cambio importante en la política monetaria de Brasil. De hecho, la elección de Campos es simbólica. Su abuelo fue el economista brasileño que ayudó a implementar una serie de reformas financieras entre las que se incluyó la creación del banco central del país en 1964.