(Reuters) - Estados Unidos tendría más que perder si comienza una guerra comercial con otros países, mientras que China estaría mejor situada después de tomar represalias, según una simulación realizada por el Banco Central Europeo y difundida el miércoles.

El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo que las guerras comerciales eran “buenas y fáciles de ganar en marzo, cuando comenzó una disputa con China que ha llevado a su administración a imponer aranceles al acero, el aluminio y otros productos chinos.

El estudio del BCE simula un gravamen estadounidense del 10 por ciento a todas las importaciones y una represalia equivalente de otros países. Sugiere que Estados Unidos se llevarían la peor parte por una disminución del comercio y por el daño a la confianza de los consumidores y los inversores.

Los resultados de la estimación sugieren que la posición neta de exportación de los Estados Unidos se deterioraría sustancialmente”, dijo el BCE en el estudio. “En este modelo, las empresas estadounidenses también invierten menos y contratan menos trabajadores, lo que amplifica el efecto negativo”.

El BCE estima que el crecimiento de EEUU se reduciría en más de 2 puntos porcentuales. El Fondo Monetario Internacional actualmente prevé que la economía de EEUU crezca un 2,9 por ciento este año y un 2,7 por ciento el próximo.

Por el contrario, China ganaría exportando más a terceros países donde los productos estadounidenses están sujetos a aranceles, aunque esa ligera ganancia sería temporal y se vería parcialmente compensada por un efecto negativo en la confianza.

El comercio mundial, mientras tanto, podría caer hasta en un 3 por ciento en relación con el escenario básico.

El modelo del BCE es puramente teórico; no replica las condiciones comerciales reales. Estados Unidos ha impuesto aranceles sobre productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares y China ha tomado represalias con aranceles sobre bienes estadounidenses por 60.000 millones de dólares.

Trump también impuso aranceles sobre el aluminio y el acero de Europa y amenazó con aranceles a los automóviles europeos, aunque en este caso se han dejado en suspenso mientras las dos partes negocian sobre la reducción de las barreras comerciales.