El presidente estadounidense, Donald Trump, planea privatizar las compañías Fannie Mae y Freddie Mac que fueron rescatados durante la crisis en 2008 y están bajo control del Gobierno desde entonces.

Sostienen la mitad de las hipotecas en Estados Unidos, ya que venden créditos de los prestamistas que adquieren debido a un sistema de garantías con acciones a inversionistas. Expertos aseguran que a través de ese sistema se puede generalizar el acceso al crédito con productos como la popular hipoteca de interés fijo a 30 años.

Bajo el expresidente George W. Bush las compañías necesitaron una inyección de 187.000 millones de dólares del Gobierno para poder seguir con sus operaciones. De esa manera buscó evitar que inversiones arriesgadas afectaran a la crisis hipotecaria.

Desde entonces el Gobierno ha controlado las dos compañías y ha obtenido beneficios de hasta 300.000 millones de dólares. Aunque los republicanos y los demócratas estaban de acuerdo en poner fin al control gubernamental bajo el cargo de Barack Obama, el gobierno no devolvió a manos privadas a las empresas para no alterar un mercado en recuperación.

Según el Departamento del Tesoro Trump privatizará Fannie Mae y Freddie Mac en un proceso que implica riesgos mínimos para que no afecte al acceso a las hipotecas. Sin embargo, en caso de quiebra seguirán con respaldo público.

Los que se oponen a los planes del presidente remarcan que alterarían el mercado de la vivienda y generarían grandes beneficios para los inversionistas de Wall Street.

Además el senador Sherron Brown, el demócrata de mayor rango en el Comité Bancario de la Cámara Alta asegura que el plan de privatización “hará que las hipotecas sean más caras y más difíciles de obtener”.

Jim Parrott, consultor y exasesor de Obama en temas de vivienda, afirma que aunque reducir el control del gobierno es importante hay que tener en cuenta los impactos negativos de las privatizaciones.