"No se puede gestionar un país del mismo modo en que se gestiona una empresa", asegura Daniel Sánchez Reina, desde E2 Eficiencia Empresarial. Según el experto, "alguien que se plantee hacer eso supone un potencial peligro para la democracia en ese país y para el Estado de derecho".

A simple vista, puede parecer que gobernar un país y dirigir una empresa es la misma cosa. Tienen similitudes, pero también diferencias.



Entre las principales diferencias, Daniel Sánchez Reina recalca que "no se puede despedir a los ciudadanos ni se les puede imponer una visión única". Del mismo modo, un gobernante debe aceptar que algunas administraciones públicas sean deficitarias para que sus servicios lleguen a todo el mundo.

En una empresa, además, el feedback lo da el jefe al empleado, mientras que en un país es más bien al contrario. Y si algo va mal en la empresa, se arriesga el dinero de unos pocos; pero "en un país se arriesga el futuro".